«Dinero, dinero, dinero», dice el niño. Yo miro a su madre sin entender nada y ésta me lo explica: «nada, que su abuela le ha dado dinero para que se compre una pelota y por eso lo repite tan contento». Yo asiento. Un momento después, el niño se acerca corriendo a unas chicas mientras sigue gritando: «dinero, dinero, dinero». Yo no puedo evitar decir: «vaya, tu hijo va a llegar lejos en la vida».
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