No creas, las cosas no han cambiado demasiado. El viejo amor sigue intacto, guardado en algún sitio olvidado, y todavía me sigo emocionando cuando durante un breve instante me parece creer que
quizá vaya a funcionar la cosa. Pero es nada, un momento de duda, como aquello que decías tú: «a veces me dan ramalazos de ganas de ti». Es algo así. Claro que luego me olvido de estas fantasías, recuerdo que la vida es de otra manera y vuelvo a mostrarme disconforme, que la resignación es de cristianos.
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