La chica es, sencillamente, la perfección física en persona. Delgada, pero con tetas grandes que desafían la ley de la gravedad, culo firme, ni rastro de celulitis, ninguna estría. La imagen de la belleza cincelada en mármol. Y no es que se desviva, pienso cuando la veo comer con buen apetito o cuando dice con alegría: «ah, voy a echarle miel a esto», o decide de pronto que le apetece helado. Y sonríe con la despreocupación de quien tiene un metabolismo que puede con todo. Yo la observo con atención y finalmente le pregunto:
—Oye, tú no tienes muchas amigas, ¿verdad?
—No, me llevo mejor con los chicos. ¿Por qué?
—No, por nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario