lunes, 27 de julio de 2009

El huevo del cuco

Una chica embarazada llama a una puerta. Abre un hombre.
—Hola —dice ella—. ¿Me dejas pasar? Soy María.
—¿Nos conocemos?
—No, pero voy a tener un hijo contigo.
—¿Cómo dices?
—Pues eso, que vamos a cuidar juntos a este niño —contesta ella tocándose la barriga.
—¿Y eso por qué?
—Porque es la voluntad del Señor.
—¿Qué señor? ¿Mi casero?
—Dios. Me lo anunció Ángel.
—¿Un ángel?
—No, un amigo que se llama Ángel. Estuvo en mi casa un par de veces y me dijo que tú serías el padre de mi hijo.
—¿Eso te dijo?
—Sí. Dice que eres un buen hombre, un santo.
—Pero ese niño tendrá un padre, ¿por qué no puede encargarse él? ¿O no sabes quién es el padre?
—El padre es Dios y está muy ocupado. Quiere que lo cuides tú. Hágase su voluntad así en el Cielo como en la Tierra.
—No me convence del todo, pero supongo que no puedo dejarte en la calle. Pasa.
—Gracias.
—Ese novio tuyo es un irresponsable. Te preña y luego se desentiende.
—Bueno, no me preñó él, sino una paloma en su nombre. Se posó en el alféizar de mi ventana y me fecundó.
—Acabáramos.

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