Siéntate a soñar, dice la chica, se ha hecho tarde en un momento. Ya no es tiempo de juegos. Que jueguen otros, otros con menos gracia que el autor de tantos fracasos. Yo niego con la cabeza y murmuro que mañana, que mañana. Ahora necesito una mujer que me haga no pensar en mí. Olvidarme de tanto egocentrismo. Ser mejor humano. Porque mi vida cuelga de las paredes convertida en imágenes que no recuerdo, no reconozco. Has perdido la vida, pero te queda todo lo demás, contesta ella. Siéntate a soñar, hay tantas mujeres con tu nombre en los labios y un orgasmo en los dedos.
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