lunes, 11 de mayo de 2009

Noche en la ciudad

Es ya una tradición que llueva durante la noche en blanco, lo que ha dejado de ser tradición es la barra libre del CAC en la inauguración de la exposición de los premiados de Málagacrea en artes visuales. Nada de canapés este año, no sea que se llene el museo de vagabundos y gente sin hogar. Que no vengan escritores. Yo que venía a beber y comer gratis, que hay crisis, no me premian lo suficiente y malvivo sin musas ni mecenas. Pero quizá pasar hambre sea bueno, mira lo gordo que se ha puesto el príncipe de los enanos. Me dicen que tiene tetas, pero yo no me he fijado, bastante tengo con mirar a las mujeres. De todos modos, pregunto si tiene tetazas o pechos de colegiala. Hay que ser cruel con el enemigo. Bueno, no parecen tan grandes por la barriga que tiene, me responden. Ah, es una mujer embarazada, entonces. Muy bien, así, viva esa mala leche, aunque estos comentarios tendrían más sentido si el tipo ese te escuchara. No se puede tener todo, claro. Aunque tú hablas para esta audiencia, él no apreciaría tus observaciones hirientes. Alba tampoco.
Oye, ¿te has dado cuenta de que tu nombre sale en casi todas las fotos de Alba?, me preguntan. Sí, lo he visto. ¿Y eso no te sugiere nada? Que voy a tener que dedicarle un libro. Entonces aprovecha Alba que estamos distraídos y nos saca una foto. Luego me enfoca a mí, que la miro con una media sonrisa, dispara, baja la cámara, y me sonríe como si hubiera hecho una travesura. Este nudo en la garganta es un grito.
Después nos marchamos, aunque nos cruzamos con ellos por ahí un par de veces sin que yo me dé cuenta (en parte porque ya ando muy borracho). Qué solipsista es todo. No hay más calles en esta ciudad que las que recorro yo. Aunque no los vemos en el concierto abortado de Russian Red en el que Patri dice con sorna: claro, como en internet no llueve...
Y la fiesta se termina pronto, se marcha la gente a casa, es sólo otra noche más en la ciudad, y acabamos Stan y yo bebiendo apoyados en un coche frente al Cervantes. De pronto le digo: ¿no son esos que se alejan Alba y el príncipe de los enanos? Sí, me contesta él. Yo grito: ¡guapa! Se giran unas cuantas mujeres, pero no ella.

No hay comentarios: