Camino por una cotidianidad en la que no existes. No existes, no eres, salvo para otros, pero qué me importan a mí los otros, si el mundo desaparecerá cuando cierre los ojos por última vez. El infierno son los otros, que dijera Sartre. Yo me dedico a imaginarte detrás de este velo de Maya que es mi vida. Sólo te sueño, nada más.
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