jueves, 14 de agosto de 2008

La épica y la hípica

—Oye, Gaston.
—Dime, Pierre.
—¿Tú crees en Dios?
—¿Qué es eso?
—Un señor malhumorado que pretende que lo adoremos.
—¿El Presidente de la República?
—Algo así.
—No creo en él, es un tipo de mentira, con botones en lugar de ojos y sonrisa cosida a la cara. Como un oso de peluche.
—Como Teddy Roosevelt.

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