martes, 11 de marzo de 2008
Mutismo
Todo empezó cuando me enamoré de una chica en quinto de EGB. En mi ingenuidad pensé que lo correcto, lo que se espera de ti cuando estás enamorado, era declararse, así que hablé con ella durante el recreo y le dije lo que sentía, unas cosas muy bobas pero sinceras. Recuerdo que ella me miró con una mezcla de terror, incredulidad y burla y acto seguido se echó a reír con lo que me pareció una crueldad innecesaria. Juan, mi mejor amigo, me explicó después que había cometido un error de novato, que los sentimientos hay que guardárselos para uno, que es mejor, mucho más rentable, cultivar una especie de egoísmo sentimental. “Lo privado es mucho mejor que lo público, lo repite mi padre siempre, por eso hay que temer a los comunistas” fueron sus palabras. Me dije entonces que, si las cosas eran así, me esforzaría en lo sucesivo por guardármelo todo, no compartir nada con nadie. A partir de ahora llevaré una vida secreta, me dije, con amores secretos y, por qué no, desengaños también secretos.
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