Ella era insultantemente joven y bella. Yo estaba solo esa noche, como siempre, pero soy un tipo orgulloso y no me gusta que me insulten, así que me acerqué a su mesa para decirle un par de cosas. Pero había bebido mucho, como siempre, y, levantándola de la silla con algo de rudeza, le dije: "vamos a traicionar a todos los poetas de tristeza infinita". Y acabamos en la cama, lo que no había pasado nunca.
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