Sí, querida, llegará el día en que no pueda hacer poesía y mis viejas manos no volverán a acariciar el cuerpo desnudo y deseable de una mujer joven y hermosa. Llegará el día en que no pueda seguir abusando de los adjetivos. Llegará el día en que ya no consiga hacerte reír. Pero eso no será hoy ni mañana, todavía puedo hilar un verso o dos y hacer saltar los botones de tu camisa como si fueran los puntos de las íes de los poemas que dejaré de escribir algún día.
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