jueves, 19 de octubre de 2006

Viva Salinger

Oh, amigos, sé que queréis verme destrozado y sollozando en un rincón, pero todavía no, todavía no. Que os devuelvan el dinero y todo eso.

Ayer, mientras descendía por las escaleras de la estación del Cercanías, contemplé a una mujer que se desesperaba intentando bajar su pesada maleta. Yo pensé: "es la típica mujer atractiva a la que los hombres le ofrecerán ayuda sólo por su belleza, qué injusto". Entonces me dijo: por favor, ¿me ayudas? Como me lo había pedido amablemente, acepté ayudarla. Pero resultó que "ayudarla" consistió en bajar su maleta mientras ella me miraba con sumo desprecio y aire indignado, como si fuera su criado. Finalmente me dio las gracias con un poco de asco. Esa es la recompensa del hombre bueno, oh Cassiel, blablablá.

También estuve en un instituto lleno de Latin Kings y volví a preguntarme qué estoy haciendo con mi vida. Si yo quería ser atracador de bancos. Si yo quería ser escritor/muerto de hambre. Qué más me da a mí la gente sociable. Si mi idea de la felicidad era escribir en una habitación confortable, sexo y pasatiempos...

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