Los futbolistas suelen decir que lo peor de perder es la cara de tonto que se te queda. A mí me pasa al revés, la cara de tonto la tengo cuando gano, puesto que no sé disimular la incredulidad que me invade en esas pocas ocasiones. Así, observo con semblante estupefacto a la mujer hermosa que duerme a mi lado mientras me pregunto si no será todo una broma.
Es un mal hábito, lo sé, pero pienso cambiar. Con un poco de suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario