Iba paseando por Málaga mientras insultaba mentalmente a Mahoma, Jesucristo y otros seres de leyenda, cuando, a la entrada de la estación de tren, me adelantó un tipo muy atractivo. Ahí iba él, satisfecho con la vida, sonriendo desde la belleza. Lo tiré por las escaleras y salí corriendo.
(Ficción, puede que no ocurriera)
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