(Publicado originalmente en El Otro Diario)
El caso de Farruquito cierra su último episodio: culpable, pero no irá a la cárcel. Todos aquellos que protestaban ante la supuesta lapidación mediática que estaba sufriendo el bailaor estarán contentos. No lo estarán, por el contrario, aquellos que pedían la cárcel para Farruquito. Los defensores de este último han repetido por activa y por pasiva que la víctima del asunto no era el muerto, sino el causante de que el muerto se encontrara en tal situación de mortandad irreversible. Así, ahí estaba Alejandro Sanz, que volvía de su exilio en Miami, para apoyar públicamente a Farruquito en un concierto que dio el primero para disfrute de sus bolsillos y fans y así contrarrestar la opinión de parte del pueblo llano que, una vez más, arremetía contra el artista injustificadamente. El artista, como tal, ha de ser juzgado sólo por su arte, no por sus actos criminales. ¿Nos emociona? Inocente. ¿No nos emociona? Pues entonces culpable.
Dicen los defensores de Farruquito que al pobre se le estaba crucificando cuando sólo había cometido un error, aunque de consecuencias funestas. En mi opinión, esto no es así. Veámoslo:
Primer error: Conducir sin permiso de conducir. Yo no sé cómo será en otros pueblos, pero en el mío está mal visto conducir sin el permiso reglamentario.
Segundo error: Conducir a más velocidad de la permitida. Aunque tal vez por ser artista le dejen saltarse los límites de velocidad, no lo sé.
Tercer error: Atropellar a una persona en un paso de peatones. Aunque un abogado podría alegar que el señor Farruquito no podía saber que por los pasos de peatones cruzan peatones, ya que carecía del permiso de conducir y por tanto no había estudiado el código de circulación.
Cuarto error: Darse a la fuga. Aunque, claro, si conduces sin permiso, a excesiva velocidad y atropellas a un peatón, es normal que te den ganas de huir. Y sin preocuparte por la víctima, que ni era artista ni era nada.
Quinto error: Cargarle el muerto, con perdón, a su hermano, aprovechando que éste era menor, con lo que se demuestra la buena voluntad de Farruquito y lo arrepentido que realmente estaba ante lo sucedido.
Visto lo visto, se comprende el apoyo de ciertos artistas y que la jueza aplicara atenuantes a la hora de condenar a Farruquito y no agravantes. Menos mal que se ha hecho justicia.
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