jueves, 18 de agosto de 2005

El estigma del perdedor

Me llama anoche a las cuatro de la mañana Stanley Illis desde un pueblo perdido de Segovia para contarme:

1) Que está borracho.
2) Que se ha ligado a una chica de 19 turgentes primaveras, muy pija y bastante tonta, en sus propias palabras (menos lo de turgentes primaveras, eso es mío).
3) Que un advenedizo le está levantando a la chica de mala manera, y que eso es doblemente injusto, ya que ese tío tiene novia (ingenuidad encantadora de borracho).

Mientras me lo cuenta se va encendiendo cada vez más y acaba gritando que le dan ganas de irse a casa "para perder porque quiero, no porque tenga que perder".

Consigo tranquilizarle y, al rato, el advenedizo abandona el local, dejando a la chica solita. Nos despedimos y Stan vuelve a la carga.

No hay comentarios: