Querida, yo nunca quise más de lo que tú tienes, nunca solicité un trato especial, sino el que creía merecer. El jurado, el juez y el fiscal estaban en mi contra. Tú me defendías. Recuerdo que intentaste consolarme diciendo que era la condena más leve que podías conseguirme. Creo que puedes dormir tranquila.
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