Querida Adela:
Podríamos quedar para pintarnos la cara de diversos colores o tirarnos chocolate a los ojos.
Tengo muchas ideas. Ninguna festiva. Ninguna que nos vaya a conducir al mismo lecho a la misma hora. Estoy cansado, pero me apetece escribir cosas de mérito. Ya es hora de cambiar de temas y de personajes. Ya es hora de cambiar de autor.
Escribo con el corazón cosas que me recuerden a ti.
Tenías la piel tan suave que estoy convencido de que disfrutaba más que tú cuando te acariciaba.
Todo esto forma parte de nuestra pequeña tradición y de mi ruinoso y minimalista teatro de variedades.
Un beso.
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