No vale la pena ser otro para seducirte, pero sí seducirte para ser otro.
El amor y la ludopatía. Siento que cada noche voy al casino, pierdo hasta la camisa jugando a los dados (o a la ruleta), y me marcho prometiéndome que nunca volveré. Y la siguiente noche soy el primero en la puerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario