miércoles, 6 de abril de 2005

Calles de Madrid

Estuve pensando ayer en el autobús que vivimos sin sorprendernos en absoluto por la tecnología actual. Hemos crecido con ella, así que en ningún momento nos paramos a pensar la maravilla que es que un avión vuele ni nos llama la atención las respuestas de la medicina hoy en día frente a enfermedades de las que morían hace 100 años. Hemos perdido capacidad de asombro.

Pensé en eso porque recordé lo entusiasmado que estaba cuando hice mis primeros viajes en metro el año pasado en Madrid. Bueno, me parece que también estuve de pequeño, pero apenas lo recuerdo. El caso es que Natalia fue quien me enseñó a orientarme en él y algunas cosillas más, lo que hacía que me comportase como un niño al descubrir algo nuevo. También me besó unas cuantas veces en el metro, lo que siempre está bien. Unos meses después, al pasar casi un día entero en Madrid, estuve viajando en metro yo solito y me sentía orgulloso de ello (ya ven qué gilipollas). Por otra parte, siempre había pensado que sería Alba quien me descubriría el metro de Madrid, pero aunque siempre estaba el proyecto de ir nunca llegamos a hacerlo. No sé por qué.

No hay comentarios: