miércoles, 23 de junio de 2004

Días extraños

Hoy es uno de esos días extraños en los que no sé si estoy alegre o deprimido.

Por un lado, sentía deseos de besar bebés, hacer promesas hermosas a la gente y sonreír a todo el mundo, preferiblemente si había periodistas cerca. Y me sentía arrollador ante las féminas. Luego recordé que no era Kennedy, pero me costó un poco.

Por otro lado, estas mañanas me estoy levantando de la cama sintiéndome Gregor Samsa. Siempre acabo rociando de Cucal el espejo a la hora de peinarme.

Por la calle vi mujeres en flor, sonrisas esplendorosas, muslos cálidos y pechos turgentes. Qué bien me vendría un polvo, musité, sin advertir que una ancianita estaba sentada junto a mí y me miraba con gesto hosco y estalinista.

En fin, esas cosas.

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