martes, 18 de mayo de 2004

Desacuerdos

Así nos ha sido dado. Yo era entonces un elocuente propagandista de mí mismo. Tú eras tú, un poco más joven, y quizás encajabas mejor con la idea de ti que tenía en la cabeza que yo con la idea de mí que tenías tú. Así fue que traicioné todo lo que creía mientras asegurabas que decías la verdad cada vez que cambiabas tu versión.

Por orgullo diré que lo que echo de menos es la alegría en mis frases.

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