jueves, 11 de junio de 2020

Fase creciente

El treinta de mayo salí a pasear por primera vez desde que empezó todo. Sólo había pisado la calle tres o cuatro veces para tirar la basura y la apariencia de normalidad que me encontré en esta ocasión resultaba mucho más tranquilizadora que la ciudad desierta, aunque la sociedad parecía tan absurda como la recordaba. Qué bien se estaba en la intimidad del hogar, me dije mientras caminaba. ¿Y por qué tanta gente no sabe ponerse una mascarilla como es debido? ¿Y por qué se acercaban tanto? Una calle amplia y despejada y se empeñaban en pasar justo a tu lado. ¿Tan necesitados estaban de cariño? Seguro que había transeúntes más atractivos a los que pegarse, digo yo. Por si esto fuera poco, al día siguiente me dolía todo el cuerpo de andar. Tal vez perdí inadvertidamente masa muscular encerrado en casa como un cosmonauta en su cápsula espacial, pensé, aunque la metáfora me parecía exagerada.

1 comentario:

Ikana dijo...

¿A ti también te pasa? Menos mal, pensaba que era yo que tenía como un imán para que la gente se me pegue aunque la acera mida dos metros...