A veces me miro en el espejo y pienso: tengo treinta y siete años, no es mala edad. Pero es mentira, tengo ya treinta y nueve. A mi edad, todos mis ídolos habían hecho un montón de cosas importantes. Leonard Cohen había publicado seis poemarios, dos novelas y cuatro álbumes de música. Dostoievski llevaba ya seis novelas. Neil Young tenía dieciséis álbumes, casi nada. A Kafka le quedaban menos de dos años para morir. Es evidente que mi ritmo no es el adecuado.
3 comentarios:
Las comparaciones son odiosas.
Las comparaciones son ociosas.
Una sensación que siempre nos viene hasta que te das cuenta que cuando llega tu momento va todo rodado, y tal vez saques 16 novelas en los próximos 15 años.
No intente atrapar a Kafka, hágame el favor. Que aún nos debemos una cañita. Una cena, incluso.
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