jueves, 6 de abril de 2017

El hombre multicultural

Desde muy joven, fui multicultural. No por una decisión consciente, claro, no es algo que se elija. La multiculturalidad me eligió a mí. Gracias a esta extraña característica, podría haber sido un símbolo para la sociedad, pero eran otros tiempos. ¿En qué consistía mi multiculturalidad? Al parecer, mi etnicidad cambiaba a gusto de los que me rodeaban, como si fuera un joven Zelig, pero no porque yo quisiera adaptarme a ellos y que me aceptaran como uno más, sino porque ellos querían adaptarme a sus prejuicios para poder odiarme a placer. Así, para los otros niños yo era «chino», «negro», «moro» o «gitano», según les conviniera. Esto me parecía del todo imposible, no parecía lógico formar parte de diversas etnias al mismo tiempo, pero ¿cómo discutir razonablemente con gente así? En cualquier caso, se me dejaba claro que era diferente y no podía acceder a la etnicidad de mis congéneres. «¿Por qué soy negro, chino, gitano y moro, mamá?», podría haber preguntado en casa, pero preferí no molestar. Con los años, mi multiculturalidad fue amainando o, al menos, ya no me comentaban nada. Salvo en el instituto, que cuando decía que había nacido en Suecia me preguntaban: Anda, ¿eres suizo?

Publicado en el número 17 de Mitad Doble.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Suízo no, suecio.

Y, ya aparte, le da un puntito cosmopolita, eso de haber nacido en el quinto pino. ¿O no?