Pero tú me prometiste una paja cuando éramos unos chavales, Nines, y la palabra de una persona ha de ser sagrada. ¿Qué nos queda si no es así? Pues la ley de la selva, claro. ¿Cómo podemos confiar los unos en los otros si no respetamos las promesas? Qué es una paja de menos en el esquema del universo, dirás tú, pero sienta un peligroso precedente, Nines. No es que la sociedad se tambalee de inmediato cada vez que una chica le promete una paja a un chico y luego nada, pero es una grieta en los cimientos o el principio de una avalancha que puede arrasarlo todo. No te tenía yo por una nihilista.
2 comentarios:
Intenta cambiar la paja por una chupadita.
Mola más, créeme....
Claro que mola más, pero es más difícil obtener esa promesa. Digo yo, no sé, que yo soy un alma cándida y en realidad soy mocito.
Publicar un comentario