Queridos súbditos, en estas entrañables fiestas me dirijo a vosotros no por gusto, sino por tradición. Porque las tradiciones hay que preservarlas, como los toros o las diferencias de clases. Pongamos las cartas sobre la mesa: ¿Preferiría yo estar haciendo otra cosa ahora? Sin duda, pero me sacrifico por vosotros, que necesitáis mis sabias palabras para que os guíen a través de la negrura de vuestras vidas. No desfallezcáis, las cosas mejorarán. Volverá a reír la primavera. Confiad en el futuro. Os lo digo yo, que vivo en un palacio.
1 comentario:
Ay, qué pena de oportunidades hemos perdido de convertirnos en república. Unas cuantas.
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