Son deprimentes estas primeras tardes tras el cambio de hora. Enseguida se acaba el día y la ciudad queda cubierta por un manto de negrura invernal más propia de un país escandinavo (sin su nivel de vida) que invita a resguardarse en casa y esperar la mañana. Es todo muy deprimente. Pero quizá la idea sea acelerar el paso del otoño y el invierno acortando los días lo máximo posible, quién sabe.
2 comentarios:
Uno, se resguarda mejor en el bar....
Ah, se siente. Madrugue y verá qué esplendoroso sol hace a las ocho de la mañana. Un sol precioso, que da de lleno contra el parabrisas del coche cuando uno va a trabajar e invita a los accidentes de tráfico a horas tempranas. Un primor.
En otro orden de cosas, algo habría que hacer para dejar de llevar la hora oficial de Berlín y Roma, y volver a la de Londres, que es lo suyo.
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