Temo morirme de pronto y dejar mi obra inacabada, le dijo. Pero esto era muy petulante y no sólo por hablar de la obra propia como si fuera importante. Denominarla inacabada era afirmar que estaba empezada, cuando no era el caso. Pero ¿no era esto peor todavía? Morirse de pronto sin siquiera haber iniciado su obra. De hecho, si había que ser del todo sincero, la obra estaba todavía por pensarse. En caso de muerte repentina, no sería ninguna pérdida para el mundo, pensó, aunque sí podría acusársele de una vagancia extrema.
1 comentario:
(Remito a la última parte de mi comentario anterior: siempre nos queda más en el "debe" que en el "haber"... básicamente porque en el "haber" no tenemos ni un carajo, hablando mal y pronto).
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