Me encierro en el cuarto de los trastos a escribir. Es de noche, pero aquí no puedo molestar a nadie con el teclear. Dónde estarán las musas, me pregunto. Ya podrían llevarme en volandas a un lugar más cómodo. Imagínalo y ya está, vago, podría decirme alguna ahora, que no van a hacer ellas todo el trabajo. Pongo los pies encima de una caja y le echo imaginación al asunto, pero nada. No hay imaginación que pueda sustituir a un buen sofá.
1 comentario:
Se nota que no es Usted alérgico.
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