—Buenos días, venía a ver si podían darme algo.
—¿Así, por las buenas?
—Es que he ganado un premio literario, ¿sabe? Hace ya unos meses. Un premio autonómico. Y como soy residente en este municipio... No sé, podría recibirme el alcalde para felicitarme. O nombrarme hijo predilecto o darme dinero.
—En todo caso, tendría usted que darnos algo.
—¿Qué?
—¿No escribió su historia aquí? Pues es mérito del ayuntamiento, que ha conseguido en el municipio el ambiente propicio para la literatura. ¡Y encima viene usted a pedir, ingrato!
1 comentario:
Corra, que todavía lo multan.
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