domingo, 26 de octubre de 2014

La condenación eterna

La anciana asestó un manotazo a la mosca y luego la arrojó al horno, preguntándose durante un instante si el insecto pensaría que había sido condenado al infierno.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Yo confieso que, cuando puedo, tiro a los bichos vivos por la ventana. Siempre que no sean vertebrados, claro. A esos el salto de un cuarto piso no les suele sentar bien.