Cada vez que usaba la tostadora, se llenaba la cocina de una luz rojiza. Las llamas del infierno, deducía (el olor a azufre también ayudaba). Nueva tostadora, pensaba, ahora con más Satán. Se preguntaba si no estaría poniendo en peligro su alma inmortal con todo esto, pero la verdad es que tostaba excelentemente bien el pan.
2 comentarios:
Mucho mejor que el antiguo infiernillo.
Ande el pan caliente, ríase la gente.
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