Deja siempre la puerta de su piso abierta, por si algún vecino es lo bastante audaz. Pero espera en vano, desnuda sobre las sábanas. Duerme toda la noche sin que alguien se atreva a penetrar en la guarida de la ninfa. Ni siquiera un mirón que se masturbe desde el umbral del dormitorio. Nadie. Vive rodeada de cobardes, suspira cada mañana.
2 comentarios:
Oh! :(
O de vecinos temerosos de una condena por allanamiento de morada.
Que no están los tiempos para tarzanadas.
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