viernes, 18 de febrero de 2011

Mamadas

HOMBRE1: Me encanta que me la chupen.
HOMBRE2: Se creerá usted muy original.
HOMBRE1: ¿A usted también le gusta?
HOMBRE2: Naturalmente.
HOMBRE1: Sí, el francés natural es lo mejor.
HOMBRE2: Bueno, sí, también.
HOMBRE1: ¿Sabe usted algo que no soporto?
HOMBRE2: Dígame.
HOMBRE1: Cuando una mujer se las da de experta en las artes de la felación, llegando a afirmar que le encanta hacerlo, y luego, a la hora de la verdad, te dice que nada de correrte en su boca, que le da mucho asco.
HOMBRE2: Vaya. Es una desilusión importante, claro.
HOMBRE1: Más que eso: es incoherente. Es como afirmar que eres un gran director de cine y descuidar siempre el final de la película.
HOMBRE2: Entiendo.
HOMBRE1: No todo es técnica, también es importante la actitud. El mensaje. La felación es un arte complicado.
HOMBRE2: ¿El mensaje de la mamada?
HOMBRE1: Claro, hay un mensaje: «me encanta tu polla». Es lo que quiere ver uno en la mirada de la mujer. «Me encanta tu polla, sin condiciones». Es como el amor, pero mejor.
HOMBRE2: Es usted un romántico.
HOMBRE1: Un poco.

4 comentarios:

Microalgo dijo...

Lord Byron, talmente.

That Black Piranha dijo...

Muy de acuerdo.

Me encanta como escribes. Mucho, la verdad.

GATTO NERO dijo...

De cero a diez: un once.

Golfo dijo...

No es romántico, es un tipo que se ha preguntado las cosas.
El otro día nos preguntábamos por que pone tanto el correrse en la cara, no en la boca ni en las tetas, en toda la jeta.
Un colega decía que la cara es la identidad de la persona, lo que ves, lo que proyectas cuando te la imaginas, lo que le sirve para presentarse el mundo y comunicarse no verbalmente con él. El rostro. Ahí es nada.
Correrse en la cara es correrse, soltar tu placer sobre y poseer esa identidad. Es un acto de enorme generosidad por parte de ella, de posesión y entrega total, de confianza y complicidad total entre los dos, es un permiso último.
Por eso pone tanto, por eso llega a lo más bajo y magnífico de nuestros instintos.
Esto no era romanticismo, eran dos tios preguntándose por qué se la ponía tan dura la idea de correrse en la cara de sus amantes.
Mi amigo es un cristo.
Y hombre uno no va desencaminado.