martes, 18 de enero de 2011
El bronceado
Un hombre en la aduana, donde un policía le pregunta si tiene algo que declarar. Sólo este fabuloso bronceado, responde el hombre, que vuelve de unas estupendas vacaciones en algún destino turístico. ¿Tiene los papeles del bronceado?, le pregunta entonces el policía. El hombre, estupefacto, no sabe qué responder. El policía pregunta dónde ha adquirido el bronceado y cuánto pagó por él. El hombre responde que lo consiguió en la playa y que le sería difícil determinar el precio, pues supone que todo va en el paquete: el billete de avión, la estancia en el hotel, las propinas al camarero que le traía los daiquiris a la tumbona, etc. Me temo que no puedo dejarle entrar en el país, dice el policía, podría haber disturbios si se permitiera que paseara libremente por las calles un bronceado ilegal. Dicho esto, conduce al hombre a una habitación sin ventanas, dejándole encerrado con varios hombres en proceso de perder el bronceado.
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4 comentarios:
Y que dé gracias a que el guardia no se ponga un guante y le meta un dedo por el culo. Habrase visto, tamaña desvergüenza, venir con un bronceado así en Enero y vacilarle a un guardia politoxicómano, recién divorciado y con severos trastornos de personalidad. Tch. La gente no aprende. Es que no aprende.
A quien se le ocurre lucir bronceado como están las cosas. Son ganas de provocar. Menos mal que no llevaba sonrisas de contrabando, el castigo hubiera sido más fuerte.
Je, je. Habrá que tener cuidado cuando se marche uno de vacaciones.
Lo mejor es hacerse el sueco.
muy buen relato, y estupendo blog! un gusto caer por aquí
saludos!
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