Yo antes creía en muchas cosas, pero ya no me acuerdo. Serían tonterías, supongo. O quizá no. En cualquier caso, ya no importa.
Ahora sólo creo en la línea de tus caderas, en la rotundidad de tus pechos, en la firmeza de tus nalgas. En tus manos, que dibujan misteriosas figuras en el aire cuando hablas. En los mensajes en morse de tus pasos.
Todo lo demás es mentira.
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