Me convencieron para colaborar en una guerra que no era la mía, pero me conmovieron con sus palabras de causas justas, causas perdidas, causas por ganar. O quizá fue porque me dieron patente de corso para naufragar en aguas enemigas, neutrales y amigas. En cualquier caso, ya son cinco meses que escribo allí y todavía no me he hecho publicidad aquí.
Autobombo descarado y otras maniobras mezquinas:
La autarquía sentimental
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