Es interesante trabajar como repartidor para una floristería. Siempre llevándoles flores a chicas guapas (pocas veces no lo son). En realidad, es perjudicial para el corazón. Mujeres preciosas que te abren la puerta y de pronto sonríen, plenas de felicidad. Uno se siente amante de todas ellas. Sin embargo, luego te dan las gracias y cierran la puerta.
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