jueves, 8 de octubre de 2009

Licencia de amor

No puede usted pasar, dicen los guardias de la puerta. Pero el hombre sonríe y dice que tiene derecho a ver a la gran bailarina Poinaieskaia, después de lo cual enseña su carnet oficial de enamorado. Todo está en orden, concede uno de los guardias antes de apartarse. La puerta se abre como las piernas de la mujer complaciente que espera al otro lado.

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