lunes, 5 de enero de 2009

La otra vida

Hoy ha sido el funeral de la tía Virtudes. El padre Anselmo ha hablado de la inmortalidad del alma en su sermón y yo he pensado que tiene que ser un gran consuelo creer que todos estos fracasos vitales en realidad no significan nada, que no importan en absoluto, que la vida es tan sólo una enorme broma y que lo importante viene después. He pensado luego en la tía Virtudes, en todos esos tics que tenía, esos guiños incontrolables. ¿Conservará el alma los tics en la otra vida?, me he preguntado. Se lo he dicho a Martín, que se ha reído de mí y me ha contestado que el alma no puede tener tics de ningún tipo, pues no es corpórea. «El alma es como vapor», me ha asegurado. He aquí una teoría interesante, me he dicho, la muerte no es más que evaporación. «Claro», le he contestado, «las almas son las nubes que surcan el cielo». «Bueno, no exactamente, pero sí, el alma es como un gas», ha respondido él. Se me ha ocurrido entonces que estaría bien que alguien pusiera a la venta refrescos carbonatados con almas. A eso sí podríamos llamarlo bebidas espirituosas.

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