Soñé que estaba en un hotel con Miss Fotogenia, que era alguna chica guapa anónima. Tomábamos caipiriñas, lo que tiene mérito imaginarlo, pues no sé muy bien lo que llevan, pero, en fin, una vez soñé que hablaba italiano, así que no es tan raro. ¿No te parece que la vida es un cúmulo de despropósitos?, me preguntaba ella. A mí me sorprendió que Miss Fotogenia utilizara términos como «cúmulo» o «despropósitos», pero no era cuestión de protestar por ello, quizás era el alcohol y el clima caribeño, que sientan bien a cuerpo y mente. Llegó un camarero con una bandeja llena de guisantes y me preguntó si quería petits pois. Qué hotel más cutre, protesté yo, ¿no ofrecen caviar o champán? Señor, es para jugar al go, respondió el camarero. ¿A eso no se juega con lentejas?, iba a decir yo, pero ya se había retirado el hombre, quizás dolido por mi falta de gratitud. Apareció entonces Putin, pidió un martini con vodka (mezclado, no agitado) y me preguntó:
—¿Qué sabes de mi país?
Supuse que se trataba de un juego mental, un truco de ex agente del KGB, así que le hablé de Iván el Terrible, Pedro el Grande, Pushkin y Gogol, Dostoievski y Turgueniev (y que el primero le debía dinero al segundo), Tolstoi, Lenin, Trotski, Kamenev, Stalin, Yuri Gagarin, el osito Misha, la perestroika.
Todo eso está muy bien, pero todavía no te he visto en traje de baño, contestó él.
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