viernes, 19 de septiembre de 2008
La vida como espectáculo
El sufrimiento como arte. El autor es el toro. La vida es el torero. El público son los demás. Que prohíban la Fiesta, grita el autor, que no es Hemingway, aunque también es un hombre barbado. El público aplaude, pues una ejecución no es tan divertida si no hay lucha por parte del condenado. El torero es la vida, pero la vida es también la muerte. En realidad, se dice el autor, la vida está fuera de la plaza, en alguna parte, pero habría que salir de ella para buscarla. Aunque el público no espera eso de él, sino una bonita agonía. Una hermosa y poética muerte. Al autor, sin embargo, le cuesta encontrar la belleza del asunto.
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