sábado, 24 de mayo de 2008

Propagande par le fait

¿Tú crees que la Baader-Meinhof tiene más carisma que nosotros?, me preguntaba a menudo Walter, que estaba al mando. Yo le respondía siempre que no, que nosotros éramos más auténticos y hacíamos la revolución como si fuéramos poetas. Decía esto intentando impresionar a Nathalie, que había leído que la poesía era un arma cargada de futuro o algo así. Nathalie era la única chica del comando, pero estaba enamorada de Walter, de la erótica del poder no nos libraba ni la acción terrorista; a pesar de ello yo intentaba impresionarla con mis maneras de joven fiel a la causa siendo el primero a la hora de cometer atentados o repartir propaganda. Sin mucho éxito, la verdad, lo que me hacía plantearme que quizás estaba atentando contra el enemigo equivocado. Pero una noche, al volver al piso franco sucedió algo. Me abrió la puerta Nathalie, me sonrió y dijo: “buen trabajo”. Buen trabajo, sólo eso. Yo venía de incendiar coches y ella me daba su aprobación. Mi corazón se inflamó entonces como los coches que venía de quemar y en ese instante abjuré de mis anteriores ideales e hice mía la causa de provocar la sonrisa de Nathalie.

No hay comentarios: