La noche empieza con la intelligentsia de Málaga reunida en el Centro de Arte Contemporáneo. Yo también estoy, aunque no tenga nada que ver con esta gente. Mi excusa es la barra libre y que la mujer de Dani ganó el primer premio de videocreación de Málagacrea y hoy se exponen las obras ganadoras aprovechando los actos de la Noche en blanco que se han sacado de la manga por aquello de querer ser capital cultural europea en 2016. De hecho, el alcalde está presente, pero desaparece enseguida, igual que antes hizo Javier Mariscal después de dar un discurso en el que habló de cosas como que Málaga tiene playa o el carácter alegre de los malagueños y su acento. En cualquier caso, presto una mínima atención a las obras exhibidas y me alcoholizo convenientemente durante las dos horas siguientes, aunque los canapés no llego a catarlos. Acabada la barra libre, acompaño a Artevic a cambiar el coche de sitio, que ha aparcado frente a un vado, pero cuando llegamos allí decide que seguramente no le multarán, pues la calle está llena de coches mal aparcados. Vemos que hay unos coches de policía al final de la calle y unos cuantos agentes frente a un portal, a Artevic le entra curiosidad y nos acercamos a ver lo que sucede. Nos situamos en una esquina, ya que no hay cordón policial ni nada por el estilo y, no sé por qué, empezamos a hablar de Viridiana. Un policía se acerca a nosotros un par de veces, pero no nos dice nada. Al rato, no sé si molesto por nuestra conversación, nos dice con malas maneras que nos retiremos de ahí. Obedecemos: nos alejamos un poco y continuamos hablando sobre la película de Buñuel. El policía vuelve y pronuncia entonces una frase singular: "¿Quieren apartarse de la visión de lo que está pasando?" Nosotros no sabemos qué responder a eso (¿quién sabría?), así que finalmente volvemos a las puertas del CAC, donde hay una especie de espectáculo a lo Fura dels Baus para pobres.
Un poco antes de las diez sugiero que compremos alcohol en algún sitio antes de que sea demasiado tarde y acabamos yendo Artevic y yo a buscarlo. Como no encontramos ninguna tienda cerca, entramos en un locutorio a preguntar. El locutorio lo regenta un magrebí que está hablando en ese momento con un señor de luengas barbas blancas y boina carlista (es decir, una boina roja). El magrebí nos mira mal cuando le preguntamos por algún sitio donde comprar alcohol, seguramente porque somos infieles y decadentes, pero al señor de boina carlista (y luengos cabellos blancos, como la barba) se le ilumina la mirada, sobre todo cuando me mira a mí. De pronto saca un pliego de papeles no sé de dónde y me lo ofrece aduciendo "que escribe". Durante un momento pienso que estoy delante de mi futuro, luego pienso que seguramente él se ha dado cuenta de que está delante de su pasado. Acepto el texto que me ofrece, como no puede ser de otra manera, y él dice algo que suena a sentencia, bueno, en realidad a perogrullada: "las cosas suceden y esto ha sucedido". Después afirma que su escrito es muy inteligente, lo que me parece una forma muy tonta de defenderlo, pero no digo nada, sonrío como un idiota y le doy las gracias. Todos los locos me toman por su hermano, me digo cuando salimos del locutorio. A todo esto, ya son las diez y tenemos que volver con las manos vacías.
Más tarde estamos cenando en un kebab lleno de merdellones y Dani y Artevic empiezan a discutir sobre el arte sacro. El lugar no me parece adecuado para la discusión o viceversa, pero está claro que la noche en blanco malagueña está siendo una experiencia netamente surrealista. Después, en un bar, a una afirmación mía sobre un tema que no recuerdo, Dani, que lleva toda la noche buscándome las cosquillas, me pregunta con sorna si hay algo de lo que no sepa. Yo prefiero contestar con diplomacia que muchas cosas, que, por ejemplo, todavía no sé nada del amor.
Y no pasa mucho más, nos cansamos pronto y nos despedimos. En el autobús de vuelta a casa leo por encima el texto del señor de boina carlista. Efectivamente, es una mierda.
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