Le digo que la quiero, pero no es cierto. Sin embargo, es tan bella que resulta imposible no mentirle en esta cuestión. De hecho, tendría que mentirme a mí mismo y convencerme de que la quiero. Tendría que quererla. Pero no la quiero, yo no sé nada del amor, todos mis trucos los he aprendido del cine y la literatura, ahí te explican cómo funcionan los amantes. Lo mío es pura imitación. Pero no le digo nada de esto, sino que la beso como he visto cientos de veces en la pantalla y salgo por la puerta.
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