lunes, 11 de febrero de 2008

La otredad

En realidad estuve siempre enamorado de la misma, la única que me cogía el teléfono a cualquier hora del día o la noche y escuchaba mi enésima súplica desgarrada. "Tú y yo tendríamos que estar juntos, aunque fuera para subvertir este orden de mierda que nos imponen", le decía, y ella se reía, lo cual al menos era un consuelo, pues quería verla feliz.

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