Nada más llegar a mi habitación, he encontrado tus zapatillas junto a la cama y me han dado ganas de llorar. He pensando que no te voy a ver mañana, ni pasado... Luego, entre las sábanas revueltas que recordaban que hicimos el amor dos veces antes de marcharnos a Madrid, he encontrado la goma verde para el pelo que llevabas en la muñeca. Y, sí, me he sentido triste, pero después he comprendido que vendrás a reclamar estas cosas, como vendrás a reclamarme a mí, como iré a reclamarte yo.
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