sábado, 18 de marzo de 2006

La Edad de Oro

Suzie Q se había marchado a Jerusalén, dejándonos atrás a todos.
- Yo debería estar también en Jerusalén -protestó Stan.
- Sí, escribiendo poemas en hebreo -contesté yo, que tengo la manía de considerarme protagonista de todas las historias en las que intervengo.
- La vida es otra cosa y no esto.
- Desgraciadamente, la vida es cualquier cosa. Hay que ser japonés. O francés. Ser de Cuenca es muy aburrido.
- Me da miedo el futuro.
- A mí el presente. Habría sido divertido perseguirla hasta Jerusalén y presentarte, con 200 poemas más en la mano, en la discoteca en la que estuviera pinchando.
- Sí, seguro que se hubiera muerto de miedo.
- Bah, no saben apreciar la belleza de los actos idiotas.

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