Hoy he observado que el farmacéutico que me atendía llevaba un anillo de calavera (por cierto, igualito que uno que tenía yo hace años). Teniendo en cuenta que la gran mayoría de clientes de esa farmacia son personas mayores me pareció que no debía resultar demasiado tranquilizador ver la calavera en la mano que te da el medicamento.
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